domingo

Che Guevara - Discurso de Argel (fragmentos del discurso)

"Los jóvenes tenemos que estudiar, y estudiar fuerte, para nosotros no hay eso de que la vista me duele, que no me entra la lectura, que se me cansa... hay que estudiar de todas, todas" Che Guevara

Discurso de Argel
(Fragmentos del discurso en el Segundo Seminario Económico de Solidaridad
Afroasiática. Argel. 24 de febrero de1965)

No hay otra definición del socialismo, válida para nosotros, que la abolición de la explotación del hombre por el hombre. Mientras esto no se produzca, se está en el período de construcción de la sociedad socialista…

Otro de los difíciles problemas a resolver es el de la conquista de la técnica. Es bien conocido de todos, la carencia de técnicos que sufrimos los países en desarrollo. Faltan instituciones y cuadros de enseñanza. Faltan a veces la real conciencia de nuestras necesidades y la decisión de llevar a cabo la política de desarrollo técnico cultural e ideológico a la que se asigne una primera prioridad.

En el aspecto económico, necesitamos vencer el camino del subdesarrollo con la técnica más avanzada posible…

La agricultura debe ser considerada como un pilar fundamental en el desarrollo y, para ello, los cambios de la estructura agrícola y la adaptación a las nuevas posibilidades de la técnica y a las nuevas obligaciones de la eliminación de la explotación del hombre, deben constituir aspectos fundamentales del trabajo.

No se puede abandonar el desarrollo a la improvisación más absoluta; hay que planificar la construcción de la nueva sociedad. La planificación es una de las leyes del socialismo y sin ella no existiría aquel.

Desde que los capitales monopolistas se apoderaron del mundo, han mantenido en la pobreza a la mayoría de la humanidad repartiéndose las ganancias entre el grupo de los países más fuertes.

El nivel de vida de estos países está basado en la miseria de los nuestros; para elevar el nivel de vida de los pueblos subdesarrollados, hay que luchar pues, contra el imperialismo. Y cada vez que un país se desgaja del árbol imperialista, se está ganando no solamente una batalla parcial contra el enemigo fundamental, sino también contribuyendo a su real debilitamiento y dando un paso hacia la victoria definitiva.

No hay fronteras en esta lucha a muerte; no podemos permanecer indiferentes frente a lo que ocurre en cualquier parte del mundo; una victoria de cualquier país frente al imperialismo es una victoria nuestra, así como la derrota de una nación cualquiera es una derrota para todos.

El ejercicio del internacionalismo proletario es no sólo un deber de los pueblos que luchan por asegurar un futuro mejor; además, es una necesidad insoslayable.

Creemos que el camino actual está lleno de peligros, peligros que no son inventados ni previstos para un lejano futuro por una mente superior, son el resultado palpable de las realidades que nos azotan. La lucha contra el colonialismo ha alcanzado sus etapas finales pero, en la era actual, el status colonial no es sino una consecuencia de la dominación imperialista.

Mientras el imperialismo exista, por definición, ejercerá su dominación sobre otros países; esa dominación se llama hoy neocolonialismo.

El neocolonialismo se desarrolló primero en Sur América, en todo un continente, y hoy empieza a hacerse notar con intensidad creciente en África y Asia. Su forma de penetración y desarrollo tiene características distintas: una, es la brutal que conocimos en el Congo. La fuerza bruta, sin consideraciones ni tapujos de ninguna especie, es su arma extrema.

El neocolonialismo ha mostrado sus garras en el Congo; ése no es un signo de poder sino de debilidad; ha debido recurrir a su arma extrema…

El desarrollo de la burguesía parasitaria que no agrega nada a la riqueza nacional que, incluso, deposita fuera del país, en los bancos capitalistas, sus ingentes ganancias mal habidas y que pacta con el extranjero para obtener más beneficios, con un desprecio absoluto por el bienestar de su pueblo.

Nuestros pueblos, por ejemplo, sufren la presión angustiosa de bases extranjeras emplazadas en su territorio o deben llevar el pesado fardo de deudas externas de increíble magnitud. La historia de estas taras es bien conocida de todos: gobiernos títeres, gobiernos debilitados por una larga lucha de liberación o el desarrollo de las leyes capitalistas del mercado, han permitido la firma de acuerdos que amenazan nuestra estabilidad interna y comprometen nuestro porvenir.

Es la hora de sacudirnos el yugo, imponer la renegociación de las deudas externas opresivas y obligar a los imperialistas a abandonar sus bases de agresión.

¿Cómo puede significar beneficio mutuo vender a precios de mercado mundial las materias primas que cuestan sudor y sufrimiento sin límite a los países atrasados y comprar a precios de mercado mundial las máquinas producidas en las grandes fábricas automatizadas del presente? Si estas son las relaciones, los países socialistas son en cierta manera cómplices de la explotación imperial.

Los países socialistas tienen el deber moral de liquidar su complicidad tácita con los países explotadores de Occidente.

No puede existir socialismo si en las conciencias no se opera un cambio que provoque una nueva actitud fraternal frente a la humanidad, tanto de índole individual, en la sociedad en que se construye o está construido el socialismo, como de índole mundial en relación a todos los pueblos que sufren la opresión imperialista.

Ante el ominoso ataque del imperialismo norteamericano contra Vietnam o el Congo debe responderse suministrando a estos países hermanos todos los elementos de defensa que necesiten y dándoles toda nuestra solidaridad sin condición alguna.